Somos raros
Hace una semana, y parece que haga mucho más, tuvimos la suerte de acudir a un congreso diferente que tuvo lugar en nuestra ciudad, no es que se tratase de un congreso nuevo o raro, lo que lo hacía diferente era que no versaba sobre el trabajo que realizamos para ganarnos la vida, el congreso era de educación, era un congreso en el que todos los asistentes eran CEO de sus empresas, sus familias.
Como el congreso se desarrollaba en Zaragoza nos contactaron para colaborar en la organización haciendo una tarea muy simple... recoger a un ponente, ser su sombra en el evento y llevarlo de un lugar a otro. A pesar de ser una tarea tan simple desde la organización el nivel de estrés era significativo, las posibilidades de que surgieran inconvenientes que llevasen a que no todo el mundo estuviera donde tenía que estar cuando tenía que estar eran elevadas, sobre todo porque ninguno somos profesionales de la organización de eventos. A pesar de todo no hubo contratiempos, y si los hubo no se notaron.
Si todavía estás leyendo te preguntarás en qué me baso para decir que somos raros. Aunque el acudir a un congreso de educación para familias puede parecerlo, no es ese el motivo en que me baso.
Somos raros por nuestra actitud ante un encargo.
Me explicaré, uno está acostumbrado a acudir a congresos y eventos como un asistente más, pero también estoy acostumbrado a estar al otro lado, en la organización, generalmente detrás de una cámara para reflejar lo que sucede en el evento, y en ese momento es cuando se produce una mutación en mí, cambio el chip y me pongo en modo profesional.
Ahí es cuando los años colaborando en eventos se nos nota, estamos acostumbrados a ser una pieza más de un engranaje que ha de funcionar a la perfección para que aquellos que han pagado una entrada puedan disfrutar del evento en el que colaboramos (colaborábamos).
Se trata de una cuestión de actitud, no importa si la tarea es grande o pequeña, buscas llevarla a cabo con todas tus energías, ya sean físicas o intelectuales, a veces es algo tan complicado como conseguir una toma que te han pedido con un plano casi imposible sin aparecer en escena, pasando desapercibido, y otras es algo tan sencillo como estar a una hora en un lugar concreto para recoger a un ponente y llevarlo al evento.
La rareza de nuestra actitud ante un encargo reside en que no solo nos limitamos a hacer lo que se nos pide, sino que buscamos hacerlo lo mejor posible, nos involucramos y ponemos todo nuestro empeño en que el resultado final sea excelente.
En lugar de pensar en lo fácil que sería hacer lo mínimo imprescindible, pensamos en cómo podemos aportar más valor, cómo podemos mejorar el proceso y cómo podemos hacer que el cliente o el asistente se sienta mejor atendido.
Es una actitud que, aunque no es fácil de conseguir, se puede entrenar, se puede aprender a ver las cosas desde una perspectiva diferente, y a buscar siempre la excelencia en lo que se hace.
Con esta actitud, podemos convertir tareas sencillas en grandes oportunidades para destacar y hacer que nuestro trabajo sea reconocido. Es una forma de actuar que nos permite superar nuestros límites y alcanzar nuestros objetivos.
Así que, si tienes la oportunidad de realizar una tarea, por pequeña que sea, recuerda siempre que puedes hacerlo mejor, que puedes destacar y que puedes aportar valor. La rareza está en la actitud, y tú puedes ser uno de esos raros que marcan la diferencia.
Nota del post.
Tras leer este post he caído en la cuenta de que los motivos que me llevaron a escribir no tienen nada que ver con el resultado final del post... en origen quería hacer una reflexión sobre las fotografías con famosos o con personajes relevantes, he tenido la suerte de hacer fotografías y atender en la corta distancia a gente relevante y creo que no me he hecho fotografías con ninguno, pero no porque no me apeteciese o porque no me gustase tener un recuerdo con esa persona, en la mayoría de las veces ha sido "culpa" de no darme cuenta de la posibilidad que tenía de hacerme esa fotografía por estar tan metido en ejecutar la tarea encomendada, estaba disfrutando tanto del momento que estaba viviendo que no tenía la necesidad de plasmar ese momento para verlo en el futuro, también he de reconocer que siempre ha sido por respeto, estas con la persona relevante en el backstage de un evento, es su momento de intimidad y eso hay que respetarlo.
Aunque me encantaría tener una fotografía con la mayoría de estas personas, no me cabe en la cabeza hacer el típico selfie con ellos y luego compartirlo, aunque igual esta es otra de las rarezas a las que este post hace referencia y simplemente seamos eso... bichos raros.