Saber acabar

Una de las cosas que más nos cuesta hacer a los humanos es el tomar conciencia de que algo se acaba, parece que el finalizar algo no estra dentro de nuestras capacidades de razonamiento, aunque somos conscientes de que tódo tiene un ciclo, y de que tódos los ciclos se acaban.
Supongo que nuestro rechazo a acabar los ciclos radica en el temor a que nuestro propio ciclo se acabe, en el temor a llegar al final de nuestro trayecto, un final que para la persona que lo vive siempre llega antes de hora…


A pesar de estos miedos, más que razonables, he decidido desde hace ya algún tiempo el tomar constancia de los ciclos que voy cerrando, he cerrado el ciclo de mi época de estudiante rebelde, de estudiante fuera de casa, de estudiante sensato… he cerrado tantos ciclos sin darme cuenta que al tomar consciencia de ellos casi me ha dado un vuelco el estómago.
Pero no sólo nuestros ciclos se componen de actividades que no podemos realizar, se componen también de personas que van pasando por nuestras vidas, nuestros amigos de la guardería, del colegio, del instituto, nuestra primera novia/o, nuestos amigos de las actividades extraescolares, de la universidad, del postgrado, nuestras siguientes parejas… todos ellos pasan por nuestra vida en un momento y un lugar indicado, pasan casi por casualidad, aunque las casualidades no existan… Son como un haz de luz que ilumina una estancia en tinieblas, como una luz que atraviesa un negativo, una luz que transforma todo a su alrededor y que aún una vez extinguida deja su huella.
Es triste reconocer que algunos círculos se cierran no porque sea su momento, sino porque nosotros decidimos cerrarlos, pero son decisiones que ni se toman a la ligera ni por uno mismo, siempre existen factores externos que nos condicionan para tomar esas decisiones. Sirva como ejemplo mi decisión de cerrar el círculo del judo, si bién es cierto que fué motivada por una evidente falta de tiempo y una lesión importante, también fué condicionada por la ruptura del nexo de unión del grupo…
Aunque una cosa debemos tener siempre presente,

Por mucho que nos esforcemos en cerrar un círculo, siempre encontraremos un punto en el cual se abra.
Siempre podremos encontrar un cajón en el cual al abrirlo nos encontremos un cuaderno, una fotografía, un libro o un olor que nos devuelva, aunque sea por un breve instante, a ese círculo en el que una vez nos encontramos…