Que sea sencillo no implica que sea fácil

La tarea de tener escribir un blog, o lanzar una web es algo que muchas veces, dada la relativa facilidad con la que aparentemente se hacen pueden hacer las cosas, es algo que muchas veces no se toma en toda la consideración que se debería.

Uno pone la tele y le aparece el típico anuncio de un proveedor de hosting que te dice lo fácil que es tener una web sólo cuesta un par de clicks, y ahí tienes tu web lista para ser la primera en las búsquedas de google.

Hoy en día cualquiera puede lanzar un sitio en 15 minutos, sólo has de encontrar un proveedor que te guste, darle al icono de wordpress y tienes tu web, y si quieres puedes navegar entre millones de plantillas para <ironic> dejarla guapa guapa </ironic>

Hablando en serio, hoy en día es muy sencillo lanzar algo a internet, y eso está genial, está permitiendo que millones de personas cada día plasmen sus inquietudes y que podamos, para bien o para mal acceder a ellas, pero esta sencillez también hace que se estén descuidando las formas, se lance contenido sin ton ni son.

Cuando es un particular el que lanza el contenido, no tiene mayor importancia que se descuiden las formas, bien sean estéticas o de estilo, cada uno escribe en su cuaderno como le apetece (siempre que respete a los demás y al diccionario). El problema aparece cuando son las empresas o los profesionales los que se lanzan a publicar contenido sin orden ni concierto.

Lo mismo da que sea una multinacional, una entidad pública, una pyme o un autónomo, todos deberían de contar con profesionales que les asesoren y aconsejen a la hora de plantearse tener una presencia online.

Al igual que para estar sanos vamos al médico, para que nos revisen los dientes vamos al dentista, para que nos miren el coche vamos al taller, para que nos miren en internet tendremos que ir al profesional de la comunicación (llámalo agencia de comunicación, consultoría, asesoría... o como quieras), porque ellos son los que van a tener las herramientas necesarias para que las cosas que queremos tenemos que decir se entiendan correctamente.

De ellos dependerá definir un plan o estrategia de comunicación con unas metas a largo y a corto plazo, de ellos dependerá definir el estilo de nuestra comunicación, porque según sea éste así nos verán nuestros clientes, proveedores, colaboradores, competencia... que a fin de cuentas, queramos o no, son los destinatarios de nuestra comunicación.

Valoremos a los profesionales como queremos que nos valoren a nosotros

Prediquemos con el ejemplo, paguemos lo que valen los servicios que necesitamos al igual que queremos que nuestros clientes valoren y paguen nuestros servicios. Hasta que no lleguemos a este punto no podremos exigir y reivindicar que se respete nuestro trabajo.

Realmente me da igual a qué nos dediquemos, ya seamos fabricantes de tornillos, de trenes, pintores, fotógrafos o albañiles... Si vamos trampeando, desprestigiando a los demás, haciendo las cosas a medias o "de aquellas maneras" para maximizar nuestro beneficio sólo conseguiremos que como trabajadores y como sociedad nos hundamos a cada paso que damos.