Que atrevida es la ignorancia
Todos tenemos nuestros defectos, el problema reside en reconocer aceptar que los tenemos, uno de mis múltiples defectos es la capacidad que tengo para estar en una conversación ajena sin que me hayan invitado.
No es que sea un maleducado, o un cotilla, es simplemente que tengo el oido ¿fino? y me permite sin querer escuchar la conversación de la mesa que está al otro lado de la sala, y a la vez llevar la conversación con la persona que está sentada delante mío.
Este defecto lo solía considerar antes como una virtud, porque me permitía recibir mucha información sin a penas esfuerzo, pero tal y como está evolucionando la sociedad, no hago más que pensar que es un terrible defecto.
Me explico, sigue siendo un ejercicio curioso el conocer las conversaciones cabilaciones ajenas, esto te ayuda a evaluar si has acertado o no con la valoración que haces al mirar a una persona, pero tal y como se están poniendo las cosas, en un momento en que todo el mundo opina de todo con unas aseveraciones que ni los más doctos en la materia serían capaces de respaldar, supone una terrible tortura ver lo ignorante que se está volviendo nuestra sociedad.
Ahora cualquier persona es abogado jurista, doctor en medicina, criminólogo, economista, arquitecto, ingeniero, experto en ciéncias políticas, y desde hace un tiempo también se ha convertido en experto en redes sociales, internet, comercio electrónico...
Y es que no hay nada como escuchar lo que se comenta en las tertulias del café en la seguridad del anonimato y del envalentonamiento propio de aquellos que se sienten seguros, pero ligeramente superiores entre sus iguales, para ver que aquí todos saben de todo, que todos tienen derecho a opinar, incluso a juzgar hechos que ni han vivido de cerca ni conocen en la totalidad de sus magnitudes.
Se que no es nada nuevo, que la ignorancia es muy atrevida, que en la "seguridad del grupo" las personas se nos envalentonamos, pero no llegaré a entender que en ese envalentonamiento alguien pueda justificar la muerte de una persona alegando que era una mala persona cuando ni siquiera la conocía, y aunque la conociese, no creo que nadie en su sano juicio pueda justificar que se mate a nadie, sea quien sea el que mate o el que muera.