Lo que nos diferencia y nos iguala
Aunque empieces a leer este pensamiento y creas que el título no tiene nada que ver con el contenido, te pido que me des un voto de confianza y sigas leyendo, seguro que al final todo cobra sentido... o no.
Lo primero que me ha venido a la cabeza tras empezar a escribir este post es la frase:
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?
Esta frase se me ha quedado grabada en el subconsciente y aunque en las dos ediciones anteriores de este párrafo he dicho que no tenía claro el porqué ahora lo ya he visto la conexión...
Escribo estas palabras desde una cama de hospital mientras espero que pasen las horas y los días hasta la operación que reparará el desaguisado del pasado martes, mientras busco como acomodarme me doy cuenta que toda esta situación, a pesar de no ser la primera vez que estoy ingresado, o que tengo un accidente, o que me oepran, es totalmente nueva.
Nunca me he tenido que enfrentar a la espera tediosa desde la cama del hospital a que llegue una operación de la que tengo relativamente poca información y que no se qué curva de recuperación va a tener.
Lo mismo le pasa a mi compañero de habitación, se ha enfrentado hoy a otra operación sin saber cual será el resultado pero con la esperanza de una mejoría en su calidad de vida.
En las poco más de 24 horas que levamos compartidas he podido constatar en los pequeños detalles lo diferentes que somos, y no solo porque él sea de android y yo de apple, es algo más profundo... pero tirados en la cama del hospital somos iguales. La enfermedad dentro de nuestro mismo, y lo siento si queda muy clasista, estrato social nos iguala.
No quiero afirmar que la enfermedad nos iguala a todos, porque en realidad, el acceso a la atención médica marca una diferencia sustancial. Es precisamente el hecho de contar con garantías de acceso a servicios de salud lo que nos permite el lujo de albergar la idea de que todos enfrentamos la enfermedad en igualdad de condiciones.
Tampoco pretendo en estas circunstancias poner de manifiesto las descompensaciones sociales existentes, hacerlo sería muy hipócrita por mi parte, simplemente me gustaría volver a la reflexión que me hacía el pasado martes mientras me recolocaban la pierna para hacerme una resonancia magnética.
Que suerte tenemos (tengo) de vivir en una época en la que existen estos avances, de vivir en una sociedad que puede permitirse que tenga acceso a esta tecnología.
Quizá este sea uno de los pensamientos más sinceros y profundos que he tenido en los últimos tiempos, y aquí volveríamos al título del post, porque creo que esta ha sido la primera vez que he sido consciente de hacer este tipo de pensamientos y esta ha sido esa primera vez a la que hacíamos referencia.