Informe fallido de un fin de semana cualquiera

Iba a ser un informe automático. Al final he acabado picando Python, Flask, Tailwind, Node y un poquito de dignidad. La IA se ha limitado a mirar… y a liarla. Pero bueno, ya está hecho. Que no es poco.

Informe fallido de un fin de semana cualquiera
Photo by Stephen Dawson / Unsplash

Hay fines de semana que se viven a pie de calle, con sol, con birras, con amigos, con resacas que saben a gloria. Y luego están los otros. Los que empiezan con una idea que se cuela en tu cabeza como una semilla de Inception, sin hacer ruido… y cuando te quieres dar cuenta, ha echado raíces, ha florecido y te tiene reescribiendo prompts a las dos de la mañana.

En este, la semilla tenía forma de informe automático: algo que nos resumiera las incidencias de cada cliente, con sus tiempos, sus cifras, sus líneas bien ordenadas. En teoría, lo de siempre: se lo damos todo a la IA y que nos devuelva algo mínimamente estructurado. En la práctica, lo que recibimos fue texto plano. Puro y duro. Desordenado, truncado, sin pies ni cabeza. Ni PDF, ni presentación, ni estructura. Nada.

La IA, obediente pero confusa, mezclaba casos, cortaba frases a media palabra, se inventaba puntuaciones y perdía referencias como si le diera igual. Un caos que parecía más bien el resultado de dejar a alguien redactar medio dormido y con el teclado al revés.

Mientras tanto, alrededor, ese murmullo constante que ya forma parte del ecosistema: opiniones expertas sobre lo último de lo último, promesas de soluciones milagrosas, sentencias definitivas sobre tecnologías que hace un mes nadie conocía. La conversación fluye con soltura, y cualquiera que la escuche pensaría que todo el mundo sabe de todo. Pero luego rascas —solo un poco— y debajo del titular no siempre hay mucho más.

Y ahí estoy yo, picando código en Python, conectando APIs, formateando JSONs, montando vistas con Flask, estilando con Tailwind, levantando un servicio en Node.js para renderizar lo que al principio no era más que una idea borrosa. Esto no ha sido un trabajo en equipo. Ha sido un trabajo para el equipo. Un intento de convertir el caos en herramienta.

Y sí, al final funcionó. No por arte de magia, ni por inteligencia artificial. Funcionó porque en algún momento dejé de esperar que la máquina lo resolviera todo y volví a pensar, a decidir, a construir con lógica antes que con hype.

La IA hay que usarla, sí. Hay que probar, hay que romper cosas, hay que aprender. Pero también hay que saber cuándo callarse, bajarse del púlpito, dejar de vender humo y ponerse a trabajar. Porque los informes no se generan solos. Y los fines de semana, tampoco.