De vuelta

Solo treinta minutos en tren nos separan de Zaragoza, treinta minutos precedidos de una hora de tren, unos interminables quince minutos en taxi (vamos que hemos llegado a la estación por los pelos…), unas densas ocho horas y pico en avión, con sus inacabables esperas al cogerlo y al recoger las maletas que nunca llegaban …

Ah se me olvidaba, esas horrorosas cuatro horas en autobús por las caóticas carreteras dominicanas, y ese típico retraso de media horita que todo vuelo que se precie debe tener.

Pero todo es poco para compensar lo bien que lo hemos pasado esta maravillosa semana de vacaciones que culmina con la alegría de volver a casa morenos y cansados, pero sanos felices y contentos que es lo que importa…