Unos ladrones perpetran el mayor robo de un banco en la historia de Brasil
Los ladrones cavaron un túnel de unos 200 metros de largo desde una casa vecina y vaciaron las oficinas del Banco Central (emisor) en la ciudad de Fortaleza durante el fin de semana, por lo que el robo no fue descubierto hasta el lunes.
Pese a que el banco emisor aún no ha informado del valor del dinero desaparecido, fuentes de la Policía Federal en Ceará, estado del que Fortaleza es capital, dijeron que la cifra se acerca a 150 millones de reales (unos 60 millones de euros).
De confirmarse tal botín, este sería el mayor robo de un banco en la historia de Brasil. Las autoridades consideran como el mayor robo el de julio de 1999, cuando cerca de veinte pistoleros invadieron por la noche una agencia del Banco del Estado de Sao Paulo (Banespa) y, tras reducir a quince vigilantes, huyeron con unos 39 millones de reales (unos 16,9 millones de dólares al cambio actual).
Las autoridades desconocen por cuánto tiempo permanecieron los ladrones en las instalaciones del Banco Central y por qué las alarmas no se accionaron. «Fueron violados cinco contenedores en los que eran guardados billetes de 50 reales (unos 21,7 dólares). Los billetes habían sido recogidos para ser analizados por el Departamento de Medio Circulante», según un comunicado del Banco Central.
«Tras el análisis -agregó-, una parte sería encaminada de vuelta al sistema financiero y otra parte incinerada». La entidad informó de que su sede regional está en un terreno de unos 500 metros cuadrados y cuenta con modernos sistemas de alarma, y que la caja fuerte abierta tiene paredes de dos metros de grosor blindadas con hormigón y redes de acero.
La caja fue cerrada al anochecer del viernes y sólo fue abierta el lunes por la mañana, momento en que fue descubierto el robo.
La Policía informó de que la casa desde donde fue abierto el túnel había sido alquilada hacía tres meses por un grupo que supuestamente pretendía comerciar con césped artificial. Los vecinos indicaron que en la residencia trabajaban entre seis y diez personas y que, pese a que no recibían clientes, todos los días salía del inmueble una furgoneta cargada con material, pero que no sospechaban que fuera la tierra extraída.