Una muerte es una muerte...

... y un asesinato es otra cosa.

Ha pasado una semana desde que, al llegar al despacho, me dieron la noticia del fallecimiento de la hermana de una compañera y amiga, al poco me enteré de que no había fallecido, que la habían matado, y conforme pasaban las horas me llegaron muchas más ampliaciones de la noticia.

Y conforme me llegaban más y más ampliaciones, más y más irrelevantes me parecían, personalmente no necesitaba escuchar elucubraciones sobre la muerte de esta persona, ni sobre su vida. No lo necesitaba porque se quien era, se cómo era, se lo que significaba para sus compañeros, amigos, familiares, y sobre todo, se que ya no podría escuchar su versión de los hechos, aunque no necesitaría escucharla, no necesitaría que ella defienda sus actos, su honor, porque nadie debería de ponerlo en tela de juicio.

De todo lo que ha sucedido sólo hay una cosa clara, que una persona ha asesinado a otra, no hace falta poner apellidos, no es necesario que digamos que ha sido un crimen machista, hace falta que tengamos claro que ha sido un crimen y que la victima no debe ser juzgada, debe de ser llorada, respetada, añorada... pero nunca sometida a escarnio público por elucubraciones sobre su vida que a ninguno nos importan.

En este caso hay dos víctimas, la fallecida y las personas que la querían, los amigos, los compañeros, los familiares, su esposo, su hijo... y los mal llamados medios de comunicación deberían de tener en cuenta que su labor es informar, nunca difamar, y si han de informar deben de hacer hacerlo de una manera objetiva, presentando hechos y permitiendo que sea el *lector quien llegue a sus propias conclusiones al leer las noticias de una manera crítica, aunque la capacidad de crítica del consumidor de noticias hoy en día daría para otro articulo…