Estado perruno

Ya bueno, puede que resulte raro que empiece una entrada así, a saco, con un título tan descriptivo como el utilizado… pero es que es ese estado descrito el que más asemeja el mío en estas vacaciones.

Estoy en un modo apático como hace siglos que no me encontraba, sin ganas de nada, con una extraña sensación de agobio que me despierta por las noches y no me deja dormir.
Se supone que ir de vacaciones es algo más que cambiar de lugar de residencia por unos días, es también cambiar el estado, el ánimo con el que nos enfrentamos a las cosas, es poder recargar las energías para enfrentarnos al ciclo ordinario de nuestra vida con energías renovadas.

No se, este verano esperaba que fuese especial, y ahora que está a punto de acabar me siento como si me lo hubiesen robado, siento que no he disfrutado de él, que no he sabido aprovechar los días para hacer otra cosa que ir a la oficina a trabajar.
Y no es que ésta sea una sensación fruto de la obsesión por hacer que un periodo se convierta en especial, lo triste es que ha sido real, que este año he tardado tanto en cogerrme unos días libres que me he pasado el grueso del verano en Zaragoza sólo disfrutando sufriendo ese invento infernal llamado Expo.

No quiero que se me malinterprete, no tengo nada especial en contra de la Expo, al contrario, las primeras quince visitas me gustó, pero de ahí en adelante se convierte en una tortura infernal para el pobre visitante…
Tengo ganas de que llegue (aunque suene extraño) el invierno, ganas de volver a la rutina, ganas de saber lo que me espera cada día al levantarme, aunque cada día sea diferente, pero al menos podré llevar una vida de nuevo ordenada y calmada sin ansiedades ni tonterías. Volveré a ser el dueño de mi vida, lo que para nada es poco…

Un abrazo de Berts, más rallado que nunca