El café

Parece mentira que algo tan simple y tan insulso como tomarse un café pueda convertirse en algo tan extremadamente vital, no puede pasar una mañana sin hacer un alto en el camino, salir de la oficina y tomar no sólo un café sino aire fresco…
Esa es la teoría y la rutina, porque hay días en que un poco de aire fresco y un cafecito caliente no son suficientes, hay días en los que la tensión y el cabreo del trabajo no se aplacan con un simple café y los nervios agarrados en la boca del estómago piden más y más…
Es en esos días cuando no tienes más remedio que cambiar de bar, dejar de ir al habitual para ir a otro especial al que no vas el resto de los días para evitar la tentación…
Hoy ha sido un día de esos, un día en el que ha caido un pedazo de pincho de tortilla de patata para aplacar a mis demonios interiores que amenazaban con hacerme desesperar…
Se que con ésto no soluciono nada, que luego me siento peor y que encima destrozo los sacrificios que hago por otra parte para seguir el régimen, pero hay veces (pocas) en las que es mejor dejarse guiar por los instintos que reprimirlos…