De viaje

Lo reconozco, soy culpable de todos los cargos, no lo puedo evitar, me encanta viajar, sobre todo en verano (precisamente cuando todo el mundo lo hace), cuando puedes ir con el mínimo equipaje, tomar un autobús, un tren regional, un cercanías… creo que menos en avión suelo ir de lado a lado en cualquier medio bueno me falta ir en moto y a tracción animal, pero todo se andará 😉
Me gusta esa sensación de estar en una ciudad diferente cada día, ver gente que no conozco y que no tienen porqué parecerse a mi, poder pasear como un desconocido entre la gente, sin que nadie repare en mi presencia, aunque eso es lo de menos, porque si les llamo la atención sólo lo podré saber en el instante fugaz en que sus ojos tropiecen con los míos porque seguramente no los volveré a ver jamás.
Hoy es un día de esos que disfruto hasta el final, uno de esos días en que por placer haces una comida en cada provincia, me he despertado en Girona, he estado en Barcelona, estoy camino de Tarragona y esta noche, mañana a más tardar estaré en Zaragoza. Aunque esta alegría tiene una contrapartida menos jocosa, si mañana como muy tarde estaré en Zaragoza a parte de los motivos que me hayan hecho adelantar un poco el tramo final de mis viajes se esconde una cruda realidad… “las vacaciones se acaban” y aunque en unos días me tocará viajar, esta vez por obligación, ya no será lo mismo, el verano va dando sus últimos coletazos y pronto se habrá extinguido dando paso poco a poco al frío y a los abrigos.
Que jodido es ver cómo se va pasando el tiempo sobre todo cuando lo quisieras retener pero no puedes, cuando realmente estás disfrutando de las cosas buenas de la vida…