Amor verdadero

Reconozco que cuando como sólo o sale la mala leche y me pongo en plan criticón, pero hay días como hoy en que tengo hasta razón al criticar…

Estoy sentado esperando a ser atendido en Vips cuando me llama la atención una pareja que se encuentra esperando en la entrada a que alguien les indique dónde pueden sentarse, desde mi posición y dado que estoy de espaldas a la puerta, cosa rara en mi, no los puedo distinguir bien pero percibo cierto aire chulesco en el hombre. Antes de que pueda centrar mi a atención en la pareja tengo a un camarero pidiéndome la comanda en mi mesa.  Aún no ha terminado el camarero de tomar nota y veo que se abalanza sobre la mesa contigua a la mía para terminar de recoger el servicio anterior porque una pareja, casualmente ésa que me había llamado la atención, se ha sentado sin mediar palabra en la primera mesa que se había quedado libre.

Ahora que ya me han atendido decido prestar un poco más de atención a la pareja y observar qué era aquello que me había llamado la atención.

Tan sólo unos segundos me hacen falta para descubrirlo, ella es una joven atractiva de fina piel color chocolate y generosos volúmenes que contrastan con su marcada delgadez. El por contra, ya hace días que dejo de ser llamado chaval, pero a pesar de eso no ha perdido ese encanto chulesco que se acentúa con la edad y la soltería, o en su caso los divorcios. Todo repeinado, con sus vaqueros estratégicamente desgastados, su polo azul marino con la bandera de España ribeteada en el cuello se sienta al lado de ella para indicarle que pedir en este ¿restaurante? si bien le deja claro al camarero que para come se sentará enfrente de ella.

Así vistos podrían ser una pareja cualquiera si bien la conversación delata la existencia de ciertos acuerdos (comerciales o no) que les llevan a actuar de ese modo tan forzadamente normal, es el problema que tiene hablar en un tono de conversación normal en un sitio cerrado, que cualquiera puede oír las conversaciones ajenas y si bien es de mal gusto, tampoco tenía nada mejor que hacer, así que me entero en un santiamén de sus nombres, de que él quiere que ella viva en su casa, de que ella está tramitando su permiso de residencia, de que tiene gustos caros y de que él se muere de deseos de satisfacerlos, momento en que me percato de los reales motivos de su deseo de satisfacción… mientras hablan ella le acaricia la pierna en un gesto aparentemente inocente que se  carga aún más de inocencia al pasar por la zona genital de él de una manera lenta pero sin pausa, firme pero delicada, más propia de una profesional que de una chiquilla que a penas roza la veintena.

En este momento mi mente decide voluntariamente desconectar de la realidad de la mesa de al lado para centrarse en la realidad de la ensalada que acaban de servirme no sin antes dedicarles un último pensamiento a esta pareja…

¿¿¿El amor verdadero dura lo que dura el dinero???