Adiós pequeña
Nos conocimos pasados los pilares del año 2005, cuando no eras más que una bola de pelo que cabía en una mano. Fuiste la excusa para que hoy estemos donde estamos, gracias a ti tuvimos la obligación de quedar, de mantener el contacto cuando Emma volvía a su tierra y yo me quedaba a cuidarte.
No pasó mucho hasta que nos convertimos en compañeros de piso, espetando nuestros espacios, bueno yo respetaba más tu espacio que tú el nuestro, siempre estabas rondando el sillón, esperando que nos sentásemos con la manta para acurrucarte y ronronear.
Con los años fuimos cambiando de casa, ampliaste tus dominios, manteniendo el sillón y el hueco entre nuestras piernas sobre el edredón como tu trono, descubriste que sobre los radiadores en invierno con el sol de la ventana se estaba de lujo, compartimos comida, desde jamón york hasta helado, sobre todo el de chocolate que te manchaba la nariz y tanta gracia nos hacía.
Ya tenías tus añitos cuando llegaron las niñas, primero Ariadna y luego Noa, a pesar de todo lo llevaste bien, dejaste de ser el centro de atención pero les hiciste un hueco en tu felino corazón, hasta te metías en la cuna con ellas...
Siguieron pasando los años y nos cambiamos de casa, ya eras una anciana pero tener un jardín al que salir te rejuveneció, ganaste agilidad cuando nadie lo esperaba, subías y bajabas las escaleras y en cuanto nos íbamos de casa hacías saltar la alarma. Descubriste que la silla de Ariadna era el mejor sitio para estar, aunque ella tuviera que estudiar, la veíamos estudiar con poses raras porque estabas tumbada detrás toda ancha.
Hace poco más de dos años llegó a casa Jack, cuando él solo era una bolita de pelo pero tú eras una viejecita que no tenía ganas de tanta energía. A pesar de todo se que os llevasteis bien, tú le hacías rabiar, él te llevaba sus huesos, y las pelotas para que jugases con él, tu le bufabas y gruñías pero luego te bebías su agua y te comías su comida.
En el fondo siempre has sido muy perra, desde que de pequeña te lanzábamos los alambres del pan bimbo y los traías... quizá por eso cada vez que estabas fuera y no te dejábamos entrar Jack se volvía medio loco porque quería que entrases, quizá por eso él estaba llorando en la escalera mientras te acariciábamos eta noche, sentado a mi lado, sin subir, sin encorrerte, sin llevarte huesos o pelotas porque sabía que ya no podías jugar.
Lo que lamento es que mañana se lo tendremos que decir a Noa, tu almohada preferida y aunque sabe que ya eras viejecita y que esto tenía que pasar tarde o temprano, eres su primera mascota, su compañera de juegos y de sueños y le costará saber que no te va a ver al levantar.
Siempre hemos dicho que eras la que mejor vivía de casa, solo deseo eso, que hayas vivido bien, que hayas tenido una buena vida y que te hayas sentido tan querida como grande es el vacío que dejas en nuestra familia.
Te vamos a echar de menos gaturria